
El último estudio de la Universidad de Harvard ha dejado bien claro que uno de los alimentos básicos de la pirámide alimenticia, la patata, nos hace engordar lenta y progresivamente a lo largo de los años.
La patata frita, por supuesto, tiene un valor calórico elevado pero, al mismo tiempo, una similitud con la patata asada: si las comparamos, la frita resulta tener 253 kcal, de las cuales 11 gramos son de grasa, 37 g. de hidratos y tiene un índice glucémico de 90 sobre 100, algo muy importante ya que es alto. La patata asada proporciona 93 kcal con 22 g. de carbohidratos pero con un índice glucémico de 95, el cual hay que tener muy en cuenta porque ambas provocan picos de glucosa y harán que vuelvas a tener hambre al cabo de un rato.
Sin embargo, la patata cocida tiene muchas menos calorías junto con un índice glucémico menor, 70, por lo que su consumo puede hacerse sin miedo, con más frecuencia.
De todos modos, aunque la patata sea clave, no es el único culpable; los almidones y azúcares refinados son el auténtico enemigo, están en todas partes y lo que es peor; es difícil desprenderse de ellos, junto a las carnes procesadas, cereales refinados (utilizados con frecuencia en la producción de alimentos) y refrescos azucarados que hacen el elenco ideal para presagiar un exceso de peso y una posible obesidad.
La patata frita, por supuesto, tiene un valor calórico elevado pero, al mismo tiempo, una similitud con la patata asada: si las comparamos, la frita resulta tener 253 kcal, de las cuales 11 gramos son de grasa, 37 g. de hidratos y tiene un índice glucémico de 90 sobre 100, algo muy importante ya que es alto. La patata asada proporciona 93 kcal con 22 g. de carbohidratos pero con un índice glucémico de 95, el cual hay que tener muy en cuenta porque ambas provocan picos de glucosa y harán que vuelvas a tener hambre al cabo de un rato.
Sin embargo, la patata cocida tiene muchas menos calorías junto con un índice glucémico menor, 70, por lo que su consumo puede hacerse sin miedo, con más frecuencia.
De todos modos, aunque la patata sea clave, no es el único culpable; los almidones y azúcares refinados son el auténtico enemigo, están en todas partes y lo que es peor; es difícil desprenderse de ellos, junto a las carnes procesadas, cereales refinados (utilizados con frecuencia en la producción de alimentos) y refrescos azucarados que hacen el elenco ideal para presagiar un exceso de peso y una posible obesidad.
Para evitar que suceda, puede que la industria farmacéutica invente un remedio infalible pero uno debe concienciarse de que para resto de su vida va a ser mucho mejor alimentarse de verduras, pescado, frutas y alimentos sanos, que nos proporcionen ventajas y no inconvenientes, como el yogurt que además de ser un buen alimento para niños y adultos, usado como desayuno, postre o tentempié se sigue estudiando los por qués de su contribución a adelgazar.
La clave se viene sabiendo desde hace tiempo: reducir el número de azúcares y almidones, apartarlos para los momentos puntuales será necesario si quieres cuidarte y a la vez reducir peso. Elige y aliméntate sanamente.
La clave se viene sabiendo desde hace tiempo: reducir el número de azúcares y almidones, apartarlos para los momentos puntuales será necesario si quieres cuidarte y a la vez reducir peso. Elige y aliméntate sanamente.