
¿Has llegado a casa con hambre después de tu dura jornada de trabajo?, quizá te suceda con frecuencia pero lo más grave es que alguno de esos días no te había dado tiempo a comer, necesitas recargar tu máquina y te comerías un banquete navideño, el caso es que es momento de la cena y traerá consecuencias negativas que te des un festín. Tampoco te estoy diciendo que no cenes, ¡mucho cuidado! porque nunca dejo de insistir en que no se salten comidas, eso no ayudará.
Que un día te suceda puntualmente es aceptable, todos tenemos días agitados en los que no nos da tiempo a saborear ni el primero ni el último bocado. Sin embargo, tenemos una extraordinaria comida que mucha gente no sabe aprovechar, la merienda. La merienda puede ser un punto clave para no hacer una cena copiosa.
Al fin y al cabo una sabia estrategia es ajustar las cantidades de comida durante el día, para que en la noche no devores lo primero que pase por tus manos.
De todos modos, a veces nos enfrentamos por la noche a momentos de debilidad, el dulce es ese enemigo que quiere agarrarse a nuestras caderas y glúteos mientras dormimos. Normalmente son impulsos naturales en relación a la insulina o cambios hormonales pero otra cosa muy distinta es tenerlo como hábito, éstos casos fueron motivo de estudio hasta que en 1995 se definió como un trastorno con el nombre de "síndrome del comedor nocturno" y NES (Night Eating Syndrome); en estas personas priman la ansiedad, el insomnio o la depresión, muchos acaban siendo obesos y llega a afectar de un 1% a un 3% de la población.
Es sencillo, sólo hay que seguir unas reglas:
Partiendo de que sabes que los hidratos de carbono son energéticos, es innecesario que los tomes de noche, es energía que tu cuerpo almacenará. Salvo casos excepcionales de deportistas que tienen competición al día siguiente o llevan un gran desgaste de mucha actividad a última hora del día y necesitan recuperar el glucógeno muscular perdido.
Te aconsejaría que a partir de las 8 de la tarde fueses reduciendo el número de calorías y eligieras alimentos que son cardiosaludables y regeneran tus células mientras duermes.
Las ensaladas, las cremas de verduras como la de calabacín, un pescado a la plancha, incluso una tortilla francesa o un revuelto son buenas elecciones a la hora de cenar.
Si no te sacia la cena que preparas, no pienses en esa tableta de chocolate que habías escondido, si no vas a ser capaz de comer razonablemente una onza, desestímalo. Opta por un yogur desnatado de tu sabor favorito o yogur griego con edulcorante, también te ayudarán los frutos secos como las almendras o las pipas siempre en porciones pequeñas, un té aromático (sin teína) o incluso un descafeinado con leche.
Bebidas alcohólicas como el licor, bebidas carbonatadas, así como demasiados condimentos o grasas pueden producirte malestar y en personas delicadas de estómago gastritis.
No abuses de las frutas, a pesar de sus pocas calorías, la fructosa es un hidrato de carbono de fácil asimilación con lo que te puede dar más hambre o hacer que el exceso de insulina sea energía para acumular.
Cena bien y con alimentos sanos porque a la mañana siguiente tu cuerpo te lo agradecerá.